jueves, 19 de noviembre de 2009

Adictos al Paco

En el transcurso de 24 horas tuve la lamentable desventura de enterarme que dos adolescentes, casi niños de 16 y 14 años, adictos al paco, se suicidaron; eso sumado a las desgarradoras declaraciones de Leo (23), a quien le dolía “el bobo” y consultado respecto de qué necesitaba solamente dijo “cariño”. Situaciones dolorosas que deberían movilizarnos a todos, porque cada joven que se suicida, que es asesinado o mata a causa del flagelo de las drogas es una cachetada para todos los adultos miembros de esta sociedad cada vez más enferma en que vivimos.
El Paco o pasta básica es una droga de bajo costo que se elabora a partir de bicarbonato de sodio, cafeína, alcaloide de cocaína y anfetaminas y al que formalmente se lo considera como desecho químico. Se suele consumir por vía respiratoria en pipas (generalmente caseras) o en forma de cigarrillo (marciano, bazuco, nevado) y, debido a su composición química, es altamente tóxico y adictivo. Esta sustancia se volvió popular en Argentina después del colapso del 2001, fecha en que el fin de la convertibilidad determinó –entre muchas otras consecuencias- la interrupción de la distribución de marihuana y cocaína, motivo por el cual  incentivaron el consumo de la pasta base que era más económica.

Un niño o joven adicto no es exclusiva responsabilidad de sus padres porque, repito, es un fracaso de la sociedad en su conjunto. ¿Qué lleva a un chico a drogarse? ¿Parecerse a sus pares? ¿Experimentar? ¿Evadirse? ¿La desesperanza, la tristeza, el desamor? Lo real es que los jóvenes de hoy no tienen modelos adultos para seguir, muchas veces cargan sobre sus hombros los conflictos que sus mayores no saben, no pueden o no quieren resolver, no pueden visualizar un futuro alentador en medio de la pobreza, el desempleo, la marginalidad, el hambre, la falta de atención, de cuidado, de cariño y, en medio de tanta desolación, compran el pasaporte a un paraíso engañoso que dura unos breves minutos para dar paso después a un malestar peor.
La peligrosidad radica en que la euforia que siente el usuario al ingerir una dosis dura de 1 a 5 minutos, dependiendo de la cantidad y la calidad de la droga. Luego de esta euforia pasajera todo lo demás es disforia y adicción y la sensación de malestar posterior es tan insoportable que provoca el inmediato consumo nuevamente que otorgue al menos un minuto de “felicidad”, de esta manera el adicto al paco puede fumar por día, en promedio, 10 a 15 cigarrillos.
El consumo del paco deja secuelas irreversibles y entre las consecuencias más severas se presentan fuertes y prolongados episodios depresivos que culminan en muchos, demasiados, suicidios. En ese estadio de depresión prevalecen los sentimientos de desesperanza y pesimismo; el estado de ánimo triste, ansioso o “vacío”; los sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo; la disminución de energía, fatiga, agotamiento; el insomnio o dormir más de la cuenta; la pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario, comer más de la cuenta y aumento de peso y una gran inquietud e irritabilidad. También síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.
Además, profesionales médicos explican que los principales daños son los cerebrales. Un especialista en el tema, explica que “el paco produce defrontalización, daña la frontalidad” -el lóbulo frontal es conocido como el de la “civilización,” dado que en él está la capacidad de poner freno a los impulsos, a la agresión, la capacidad de pensar las consecuencias de los actos, así como tener moral, ética o espiritualidad. “Ese lóbulo sufre microinfartos que lo dañan progresivamente convirtiendo a esa persona en ‘puro impulso’”, afirma el doctor. (¡Y cuántos argentinos claman por la “cabeza” de esos chicos devenidos en peligrosos delincuentes a causa de la adicción que algún inescrupuloso les provocó cuando en realidad deberían exigir atención médica!)
Todos coinciden en que un adicto al paco es fácilmente reconocible porque parecen “muertos vivos” ya que manifiestan una delgadez extrema, degradación progresiva de la piel y debilidad muscular. También pueden presentar náuseas y vómitos, hipertensión arterial, migraña severa, taquicardia, ulceraciones en los labios y la cavidad bucal y comportamiento errático.
O sea que no hay excusas para no darse cuenta, si estamos atentos, si distraemos unos minutos de nuestro valioso tiempo en observar, en mirar a quienes están a nuestro alrededor quizás podamos salvar una vida.

No hay comentarios: